¿Vida, familia, rentabilidad o crecimiento? ¡Todas!

Negocios

Desde pequeña, aprendí que los negocios eran el balance perfecto de crecimiento y rentabilidad. Si el negocio no crecía a doble dígito cada año en facturación (al menos un 10%), algo estaba mal, y si el margen al final del mes no permitía repartir jugosos dividendos, ¿para qué estábamos trabajando?

El tiempo cambió, los negocios cambiaron, nosotros cambiamos. El cliente nos exige cada vez más; esencia, valores, personalidad de marca, diseño, originalidad, etc., y nosotros damos cada vez más. 

Pero, ¿Si hemos evolucionado realmente? O ¿Solo nos estamos exprimiendo cada vez más? Los negocios ya no son lo que eran antes, o al menos, no los negocios pequeños, los negocios familiares, los negocios jóvenes y livianos. Debemos evolucionar.  

La satisfacción personal, el tiempo en familia, el respeto por el entorno, la responsabilidad social, económica y ambiental que tenemos con nuestros empleados, los clientes y nuestras ciudades. El respeto por el tiempo de los demás, por la individualidad, todo nos cambió. 

Nos cambió la forma de hacer negocios, ahora nuestros negocios son un balance completo, son un Ser en sí, son fantásticos y perfectamente imperfectos como los seres humanos. Son una mezcla entre lo que queremos brindar al mercado, lo que el mercado nos puede brindar a nosotros y sobre todo, cómo se adaptan estos dos factores a NUESTRAS vidas. 

Si quieres cerrar tu tienda (así sea online) el domingo, ¡Hazlo!, si los miércoles quieres llevar a tus hijos al colegio tú, ¡Hazlo! ¿Vacaciones? ¡Tómalas! ¿Nuevo producto fuera del calendario? ¿Por qué no? 

Entre más humanas y transparentes sean las marcas, mejor. Si mi abuelo viviera, estaría feliz de ver que finalmente, logramos construir un equilibrio, donde el personal, el cliente, el diseño y el respeto por todo lo que nos rodea, pesa más que la rentabilidad, pero lo mejor de todo es que una vez actuamos bien y hacemos las cosas como nos nace, ¡La rentabilidad llega! (Y también el crecimiento)